Saltar al contenido

Bolardos o pilonas

mobiliario urbano bolardos

¿Quieres ver diseños únicos en nuestra empresa de bolardos para tu mobiliario urbano? De diferentes alturas, diseños, armonía en las aceras, colores únicos y gran variedad de formas…

Bolardos definición básica

Etimológicamente bolardo es un préstamo del inglés bollard. Este anglicismo probablemente deriva de bole que significa tronco de árbol y ard que tiene connotaciones de dureza.

Esta definición se debe a que los primeros bolardos eran de madera y, anclados en tierra, se utilizaban para amarrar los botes.

La definición actual más básica de bolardo referido al mobiliario urbano es la de cualquier obstáculo instalado sobre el pavimento o suelo de una vía pública.

Fabricado en cualquier material resistente como acero u hormigón está destinado a limitar e impedir el acceso, paso o aparcamiento de los vehículos.

En definitiva, es una protección pasiva a favor de los viandantes.

Distinción entre bolardo, pilona y noray

Inicialmente por bolardos se definían a los objetos generalmente de madera, metálicos o de piedra, anclados en el suelo de un muelle portuario o fluvial, sobre los que se amarraban las embarcaciones mediante cabos.

Bolardo o noray de madera náutico.
Bolardo o noray de madera para amarres náuticos.

En español, existían dos sinónimos para definir al mismo objeto: bolardo y noray. Finalmente, noray se ha consolidado para el ámbito náutico y bolardo ha migrado al terrestre.

Además, actualmente las diferencias entre un noray y un bolardo no son sólo funcionales (náutico vs terrestre) sino estéticas.

Los norayes están rematados por su parte superior con una curvatura perpendicular y opuesta a la orilla que dificulta que los cabos sujetos a él de desprendan con facilidad. También pueden ser acabados de forma cónica, toroidal o cualquier geometría que se ensanche en su extremo.

Noray en puerto marino.
Antiguo bolardo o noray náutico en hierro fundido.

Los bolardos son básicamente de forma cilíndrica o inspirados en ella con algunas licencias decorativas.

Actualmente bolardos y pilonas, desde la perspectiva del mobiliario urbano, se consideran sinónimos.

Su principal función básica es la de delimitar el espacio de los peatones respecto al tránsito rodado.

Distinción entre bolardo y disuasorio

La diferencia entre ambos es meramente conceptual. De hecho, la función de ambos es la misma: distinguir dos zonas y proteger a los viandantes.

Sin embargo, la definición de disuasorio es más amplia. Etimológicamente ya nos da pistas: se trata de un objeto que disuade. Puede ser una jardinera, un tótem, un murete, una luminaria… y como no un bolardo.

Dicho de otro modo, los bolardos son disuasores y los disuasores actúan como bolardos.

Disuasorios en una calle de China.
Disuasorio en forma de cerdito para una calzada peatonal de la RPC.

Historia de los bolardos

No hay constancia de bolardos o pilonas en las civilizaciones antiguas. De esto estamos seguros; no tenemos documentación ni ilustraciones que demuestren su uso.

Ni siquiera su existencia. Tal vez porque nadie se ha molestado en investigarlo.

En cualquier caso, tenemos muchísima documentación sobre la densidad de las ciudades como Roma al inicio del cristianismo y la gran cantidad de calles y avenidas sobradamente transitadas por peatones y carruajes.

Por esta alta densidad peatonal y de tránsito de carruajes, podemos deducir que existe la posibilidad que los romanos emplearan en algunas zonas un concepto primitivo de bolardo o al menos de disuasorio.

Es fácil imaginar que algún morador por mutuo propio, empotrara en el suelo troncos para delimitar el acceso por ejemplo a su casa.

En cualquier caso, no podemos descartar el uso de barreras del tipo que sea, que impidieran el paso de carruajes en algunos lugares concretos. Pero es pura especulación.

De la roma clásica saltamos directamente a la edad moderna que es el periodo en el cual se definen los primeros bolardos como tales.

Los primeros bolardos modernos

Las pilonas urbanas empezaron a instalarse en las principales urbes a principios del 1800. La revolución industrial y el rápido crecimiento de las ciudades desbordó la capacidad de gestión urbanística.

Era necesario delimitar las zonas peatonales de las vías. La mayoría de las calles y avenidas estaban sin asfaltar. No había delimitación entre las aceras y las calzadas. Tampoco se distinguían por sus diferentes alturas. Los carruajes provocaban atropellos diarios.

Los caballos invadían los laterales de las calles paseando junto los comercios y adentrándose incluso en las porterías. Era necesario establecer barreras. Nace el concepto de bolardo tal y como hoy lo entendemos: delimitar espacios e impedir acceso al tráfico.

Existen precedentes documentados como los dos bolardos de roble en la localidad de Waltham Cross en el condado de Hertfordshire, que en 1721 se instalaron a cargo de la Sociedad de Anticuarios de Londres para “proteger la ciudad del asedio de los carruajes”.

En ocasiones y como anécdota nos encontramos con cañones de fundición que, enterrados boca abajo, han realizado la función de pilonas.

De hecho, fue una práctica más común de lo que hoy en día creemos y desgraciadamente han perdurado pocos ejemplos. Uno de ellos es en la calle comercial Grand Parade de la ciudad de Cork al sur de Irlanda. Esta práctica data del siglo XVII y XVIII.

Generalmente esta práctica de enterrar cañones como bolardos se desarrollaba en las ciudades portuarias y en las proximidades o en el mismo puerto. Siempre con antiguos cañones obsoletos.

Cañones como bolardos en Cuba.
Primeros bolardos aprovechando antiguos cañones en una calle de cuba.

Lo que da una magnitud de lo ingeniosos y responsables medioambientalmente que eran sin ser conscientes de ello.

De la práctica de utilizar cañones como bolardos, derivó en su diseño singular, especialmente en la época victoriana de Gran Bretaña.

Los primeros bolardos de fundición se inspiraron en los diseños de los cañones. Ya profundizaremos este tema en los próximos párrafos.

El bolardo de Ámsterdam: el amsterdammertje

La ciudad de Ámsterdam, hasta el año 2010, tenía una peculiaridad que pocas capitales de Europa la mantenían: sus aceras y calzadas para los vehículos estaban a la misma altura.

Mientras que en la práctica totalidad de ciudades europeas las aceras de los transeúntes se han elevado para separarlas jerárquicamente, perceptivamente y físicamente de la calzada de los vehículos, en Ámsterdam, hasta el año 2010, se mantuvieron a la misma altura.

Este hecho motivó que el método para asegurar la separación entre viandantes y vehículos fue mediante la instalación de bolardos.

Miles y miles de bolardos se han instalado en la ciudad desde finales del siglo XVII hasta el 2020.

El Ayuntamiento de Ámsterdam, en 1915, con el objeto de unificar la estética de todos los bolardos diseñó un bolardo en fundición de acero de 70 kilos de peso.

Este bolardo tenía en relieve las tres cruces de san Andrés que son el símbolo heráldico de la ciudad.

La simpatía de los amsterdameses

Este pilona se llamó popularmente “amsterdammertje” que viene a ser el gentilicio de la ciudad en diminutivo. Algo así como “ámsterdamcito” de “amsterdamés” en pequeño.

57 años más tarde, en 1972, los “amsterdammertje” empezaron a fabricarse en tubo de acero que es sensiblemente más económico que la fundición gris.

Además, se hicieron un poco más altos y sensiblemente más ligeros con un peso que ronda los 20 kg por unidad.

Todas las pilonas que corresponden al diseño del año 1915 se han retirado de la ciudad y actualmente sólo perduran los que se fabricaron e instalaron a partir del 1972.

Un recuento datado en el año 1984 concluye que en la ciudad habían instalados más de 90.000 bolardos amsterdammertje.

Bolardo amsterdammertje con las tres tipicas cruces de San Andrés.
Antiguo bolardo amsterdammertje del siglo XIX típico de la ciudad de Amsterdam con sus tres cruces de San Andrés.

Finalmente, en 2010, la mayoría de las aceras de la ciudad empezaron a elevarse de la misma manera que sus homólogas de otras grandes ciudades o pequeñas villas.

Este hecho supuso que los amsterdammertje dejaran de tener sentido desde la óptica de separar calzada de acera.

Obviamente no se han retirado todos porque siempre hay puntos calientes en los que son necesarios para evitar otras circunstancias como que los coches aparquen invadiendo las aceras.

Estos bolardos han sido tan populares y tan representativos de la ciudad de Ámsterdam que, hasta hoy en día, el Ayuntamiento vende a particulares, turistas o autóctonos los viejos retirados de las calzadas.

Un claro y único ejemplo en el que unos bolardos se convierten en unos simpáticos símbolos de una ciudad.

Bolardos, formas y materiales

Básicamente podemos diferencias los bolardos y sus geometrías en función del material en el que se han construido.

Esto es debido a que cada material tiene una tecnología singular que facilita y dificulta según que formas geométricas. Tenemos:

Bolardos de fundición gris

Fueron los más comunes desde la revolución, los bolardos industriales y el crecimiento de las ciudades hasta mediados del siglo XX.

Su coste moderado y alta resistencia los hace muy versátiles para cualquier tipo de climatología.

La fabricación es por colada de fundición de hierro en molde de arena en el que previamente se ha impreso la figura del bolardo mediante una talla en madera.

La fabricación es muy manual y requiere de mucho aporte energético. Por esta razón, algunos fabricantes han desplazado su producción a países asiáticos.

La mano de obra es muy económica y la energía también al estar subvencionada por el estado. Deben pintarse con una pintura especial con polvo de aluminio en suspensión.

Esta pintura los prevé de una resistencia extra contra la corrosión. No son reparables ya que el hierro fundido no permite la soldadura.

Además, al ser económicos generalmente resulta más rentable sustituir todo el bolardo entero. Parta su instalación pueden ir anclados al suelo o empotrados en él. En muchas ocasiones incorporan el escudo del ayuntamiento.

Su diseño original está inspirado en los cañones de artillería marítima, que en definitiva fueron sus predecesores.

Bolardos de aluminio

Sensiblemente más ligeros que los de fundición gris, los bolardos de aluminio se cuelan por gravedad en molde de coquilla o se inyectan a presión en molde de correderas.

En función de los volúmenes de producción el primer método requiere de menos inversión a costa de un precio unitario más elevado. El segundo método requiere de más inversión con un precio unitario muy bajo.

Sus limitaciones geométricas son las mismas que los bolardos de fundición gris. Permiten pues decoraciones y formas más o menos complejas. El único requisito es que la figura no tenga negativos que impidan el desmoldeo.

De precio sensiblemente más económico que el bolardo de fundición tampoco permite su reparación, siendo la sustitución la mejor solución.

Hay que tener en cuenta que las aleaciones propias para la colada de aluminio son las series 4000 y 5000 muy ricas en sílice.

Es recomendable un tratamiento de anodizado que, debido al nulo agarre que ofrece la sílice mediante el proceso electrolítico, el aspecto final es insuficiente y requiere un pintado posterior de poliéster, epoxídrico o de poliuretano.

El resultado final lo hace muy resistente a los entornos marítimos y a los orines de los canes.

Bolardos de acero

Actualmente son los que tienen la relación precio vs prestaciones más ajustada. Con un precio inferior a los de fundición y aluminio son los más comunes en nuestras ciudades.

Generalmente están compuestos simplemente de un tubo de acero al carbono y una tapa soldada en su extremo visto para la versión empotrada en suelo.

Para las versiones de sujeción en superficie se suelda una pletina inferior con cuatro agujeros para poder atornillarlo al pavimento.

Bolardo de acero y aluminio.
Bolardo de acero y acabado superior de aluminio pulido.

En ocasiones se adornan con una pequeña banda a modo de anillo en acero
inoxidable. En otras la parte superior en vez de una simple tapa se embellece con otro elemento más ornamental.

Para mejorar su debilidad ante el óxido deben primero galvanizarse y
posteriormente pintar. Hay fabricantes que prefieren un pintado directo epoxídrico, en este caso deben primero sanear la superficie mediante un arenado a presión.

Existen igualmente las mismas versiones completamente en acero inoxidable, siendo la calidad AISI 304 la recomendada para zonas de interior y la AISI 316 para zonas costeras.

Bolardos metálicos, bolardos de hierro, bolardos de acero o bolardos de aluminio

Este último título es sólo para aclarar que los bolardos metálicos engloban a los bolardos de hierro, bolardos de acero, bolardos metálicos y los bolardos de aluminio. Todos ellos son bolardos metálicos.

Bolardos de plástico

Generalmente por soplado de macarrón, de material EVA. Los bolardos de
plástico tienen como objetivo separar visualmente zonas de tránsito rodado a altas velocidades.

En caso de impacto con un vehículo, deben causar el mínimo destrozo posible. Su intención es la señalización.

Por esta razón son de colores llamativos y tienen generalmente bandas reflectantes horizontales. También se llaman balizas.

Bolardos de plástico soplado.
Bolardo disuasorio en plástico para delimitar zonas de tránsito.

De forma cilíndrica con unos pequeños cambios de diámetro que generan refuerzos estructurales para poder minimizar su grosor.

Se anclan al suelo mediante una pletina de acero o plástica atornillada en el pavimento sobre la que se incorpora la base del bolardo a presión. Son fácilmente reemplazables y muy económicos.

Bolardos flexibles

Existen de muchos tipos y generalmente son de plástico rígido prácticamente toda su longitud a excepción de la base en la que se incorpora o un elastómero o un muelle u otra pieza de plástico que actúa como un fleje permitiendo su abatimiento en caso de aplicar un esfuerzo perpendicular al suelo.

Lo cierto es que el mercado se ha inundado de muy diversas soluciones y alternativas. Habrá que esperar unos años para saber con certeza cuál de ellas es la que realmente se ha consolidado.

Bolardo flexible.
Bolardo de plástico flexible.

Otra alternativa es que la totalidad del bolardo sea de un elastómero como el caucho de primeras o reciclado. En este caso todo el bolardo es flexible en
cualquieras de sus cotas.

La gran ventaja de los bolardos flexibles es los pocos daños que provocan a los automóviles en caso de leve impacto y en especial a los motoristas en caso de accidente.

Bolardos de hormigón

Generalmente piedra reconstituida proveniente del granito o del mármol
en casos de mayor calidad.

Formalmente están considerados por los paisajistas y arquitectos los bolardos de arquitectura como elementos de mayor calidad y se reservan para entornos en los que se desea realzar el espacio de una manera más singular.

Desde las típicas esferas hasta formas geométricas más curiosas y esbeltas. Para su fabricación se vierten la pasta en el interior de moldes generalmente de acero.

Bolardos YTER.
Bolardo de hormigón en aglomerado de mármol pulido.

Las limitaciones geométricas vienen determinadas por la geometría, que no debe presentar negativos que impidan el desmoldeamiento y por lo grosores mínimos que permite el material.

Su impacto visual es generalmente mucho mayor y la mayoría de las veces que se incorporan son para dotarlos de cierto protagonismo. De color habitualmente blanco o gris en función del cemento utilizado.

Pueden colorearse en masa o utilizar gravilla de mármol de diferentes colores. Las pilonas se presentan en tres acabados comunes: pulidos, abujardados o arenados. Su precio es de mayor a menor respectivamente.

Instalación de los bolardos

Los bolardos realmente son muy fáciles de instalar. El 99% de ellos o se empotran directamente en el suelo o se atornillan.

La mejor opción es el empotrado directamente en el suelo. Esta solución garantiza absolutamente la firmeza del bolardo.

También es la opción que mejor soporta los impactos de los vehículos y que garantiza, en función de la resistencia del propio bolardo, la retención del
vehículo.

De hecho, la instalación de bolardos de seguridad sólo admite la posibilidad del empotramiento en suelo.

Hay casos en los que no es posible el empotramiento en el suelo. Este tipo de instalación tiene la desventaja de requerir profundidad.

En ocasiones ocurre que, bajo la zona a distribuir los bolardos, existen cometidas de servicios como luz, gas, comunicaciones, etc.

Si estas canalizaciones están justo por debajo de la zona y además tienen poca profundidad será imposible el empotramiento so pena de cometer desperfectos y averías.

Atención con las impermeabilizaciones

Otra de las razones por las que no es posible empotrar los bolardos es cuando se pretende su instalación sobre una cubierta impermeabilizada como podría ser la de un parking subterráneo.

En estos casos, la impermeabilización puede estar a unos 10 cm por debajo de la cota del suelo o incluso menos y obviamente el empotrado requiere más profundidad. Como es lógico, en caso de agujerear la impermeabilización, generaríamos filtraciones.

Anclaje de bolardo por empotramiento.
Ejemplo de bolardo arrancado del suelo por accidente.

Para cuando no es posible el empotramiento, la única alternativa es el roscado mediante tacos metálicos de expansión o fijación química mediante espárragos y resinas epoxy.

En estos casos, la base del bolardo tiene soldado una pletina cilíndrica de acero de unos 3 o 4 mm de grueso y un diámetro mayor que el propio bolardo. Esta pletina tiene 4 agujeros pasantes por los que se atornilla al suelo.

La ventaja del atornillado es una mayor facilidad y rapidez de instalación. Requiere menos mano de obra. Mucho más fácil el mantenimiento por remplazo del bolardo. Menos cota de profundidad para instalaciones críticas.

Por el contrario, el aspecto visual y el acabado estético es menos elegante y los más importante: esta solución es muy poco resistente frente a los impactos. No es por tanto una solución válida cuando se está evaluando la protección de los viandantes frente al tráfico rodado.

Bolardo como seguridad del peatón

En el apartado anterior hemos descrito que la mejor opción para poder garantizar la seguridad de los viandantes, es necesario una instalación por empotrado.

Si se quiere evitar una invasión de un vehículo en una zona destina a los peatones hay que valorar la capacidad de retención del bolardo que se sustenta en dos criterios: anclaje al suelo, resistencia del bolardo y geometría.

Anclaje al suelo

Como hemos comentado, sólo un bolardo empotrado puede garantizar el mejor anclaje frente a un impacto.

En caso de atornillado, por muy resistentes que sean los tornillos, por muy
profundos que sean los espárragos, por muy grueso que sea la pletina de la base, por muy bien que esté ejecutada la instalación, siempre, siempre, siempre, será más resistente una instalación por empotrado.

Queda entonces claro que el empotrado es la única solución idónea.

Para un buen empotrado es fundamental valorar también la calidad de la base sobre la que se empotra. Imagineros que el suelo en el que se instala por empotrado un bolardo es de roca.

Es obvio que este empotrado será muy resistente frente a un impacto y no cederá ante la fuerza cinética del vehículo.

Ahora imaginemos el mismo caso en un suelo arenosos. Es fácil imaginar
que el vehículo podrá arrancar literalmente el bolardo del suelo como si fuera un espárrago.

Ante estas dos casuísticas la solución es fácil. A mayor dureza del suelo, menor profundidad de empotrado será necesaria. Cuanto más esponjoso sea el suelo, mayor profundidad de empotrado.

La resistencia del bolardo frente al impacto

Sobre este aspecto existe mucha literatura ya que, en caso de impacto, hemos de considerar los esfuerzos cinemáticos del golpe y la teoría de resistencia de materiales.

En primer lugar, no debemos confundir dureza con resistencia. Un ejemplo que tenemos todos presentes es la dureza del diamante.

La mayor dureza que la naturaleza nos ha proporcionado. Sin embargo, todos también sabemos que, con un pequeño golpe, un diamante puede romperse con facilidad. Bien, pues con el hormigón y la fundición gris ocurre una cosa similar.

Ante un impacto, ambos materiales pueden colapsar y partirse con cierta facilidad. Esto es debido a su poca plasticidad.

Su módulo de Young es muy pobre. Ciertamente, esta limitación, la podemos solventar con un mayor grosor. Cuanto más grosor menos posibilidades de rotura hay.

Bolardo de seguridad.
Bolardo de seguridad frente a impactos de automóviles.

Descartando todos los materiales plásticos que obviamente no ofrecen ninguna garantía, finalmente y por descarte nos encontramos que el material que más garantías ofrece es el acero al carbono.

Este material aúna la resistencia, dureza y plasticidad ideal para poder detener un imparto. Tan solo se trata de dimensionar bien los grosores del bolardo. Además, es un material muy económico.

La geometría

La geometría del bolardo es fundamental para garantizar la capacidad de retención frente a una invasión. En primer lugar, hay que considerar la altura del bolardo, a más altura, mas capacidad de detención.

Un bolardo de 50 cm de altura es suficiente para detener un turismo a una
velocidad inferior a 40 km/h. En caso de velocidades mayores, nos podemos encontrar que el turismo sobrepase el bolardo por encima.

En el caso de una furgoneta o un camión esta distancia es notablemente insuficiente. Para todos los casos en los que se pretenda ofrecer un mínimo de garantías, la altura mínima recomendable es de 100 cm.

Otro aspecto que la geometría define en cuanto a la resistencia del bolardo es su sección. Un bolardo de sección circular, ofrece la misma resistencia indiferentemente del ángulo en el que es atacado.

Una sección cuadrada, ofrece mejor resistencia si el ataque es ortogonal a sus planos que si el impacto es oblicuo. Un bolardo con una figura similar a una IPN ofrece una mayor resistencia ante un impacto longitudinal que transversal.

La comparativa entre todos estos casos es considerando una misma superficie de sección.

En términos generales, una sección circular puede parecer la más razonable pues ofrece la misma resistencia indistintamente la dirección del impacto.

Bolardo contra el robo

Después de describir qué tipos de material de suelo, qué tipos de material de bolardo y que tipos de geometrías son los ideales para garantizar una mayor resistencia, ahora describiremos los bolardos anti robo.

Hay una práctica de robo muy extendida que se llama alunizaje. Nada tiene que ver con nuestro satélite. Su nombre proviene de luna en cuanto a vidrio de escaparate.

La técnica consiste en robar un vehículo e impactarlo contra un escaparate a nivel del suelo. Resulta un robo muy histriónico, en el que es fundamental la rapidez pues el estruendo alerta al vecindario de inmediato y activa las alarmas al momento.

Este tipo de robo se especializa en comercios con productos de pequeño tamaño y alto valor, que además están presentes en el mismo escaparate o en sus inmediaciones, casi nunca al fondo del local o en su almacén.

Su éxito se basa en la rapidez. Las joyerías, relojerías, comercios de electrónica y similares son sus habituales víctimas.

Para evitar este tipo de robos, desde hace años se han popularizado la instalación de bolardos a pie de calle, justo enfrente de los escaparates.

Los ayuntamientos han tenido que adaptar alguna normativa de instalación de bolardos para poder legalizar (legislación de bolardos) estas instalaciones, pero en términos generales no han dificultado su instalación.

El éxito de estas medidas disuasorias ha sido rotundo. Ahora el reto es la elección del vehículo. Ante unos buenos, resistentes y bien instalados bolardos, un turismo es insuficiente.

Habría que empotrar un camión y adaptar una velocidad que no garantiza la integridad del conductor.

Bolardo antiterrorista

Seguimos hablando de seguridad, en primer lugar la de los peatones frente a invasiones de aceras comunes, después la de los comercios ante los robos y ahora la seguridad ciudadana en general frente a ataques terroristas.

Los recientes ataques terroristas han puesto en evidencia la fragilidad de nuestras infraestructuras peatonales ante el fácil acceso a camiones de tan tonelaje. Las soluciones son varias y no existe una sola como principal e ideal.

En la mayoría de las ocasiones deben conjugarse unas estrategias mixtas que agrupan bolardos, bancos y jardineras de grandes dimensiones y resistencia. Todos pensados como barreras arquitectónicas.

En definitiva, los paisajistas no quieren transmitir a los ciudadanos que están ante una zona fortificada. Por ello la intención principal, además de la seguridad, es la de blindar las zonas de forma dulcificada.

Con mobiliario urbano como barrera. Una jardinera de 1 m3 y 800 kg de
peso, un banco de hormigón con respaldo y anclado en el suelo de 1500 kg de peso y pilonas de acero de 1 m de altura y empotrados es una combinación ideal.

Bolardo retráctil

El bolardo retráctil es una solución ideal en los casos que se quiera limitar el acceso por ejemplo a una zona peatonal pero que permita a la vez entrar a los servicios del ayuntamiento como bomberos, riego, grúas, etc. fácilmente.

Este tipo de bolardo va acompañado de un sistema automático de funcionamiento a distancia, por radio, presencia, capacitivo, visión artificial, tarjeta magnética, campo inductivo, etc. Puede consultarnos en la página de contacto para saber precios de pilonas o bolardos automáticos.

En definitiva, no es necesario bajar del vehículo para activarlo y puede ser discriminatorio. Sólo los vehículos permitidos pueden accionarlo.

Bolardos retráctiles automáticos.
Bolardos automáticos hidráulicos.

Este tipo de bolardo requiere de una instalación realmente compleja si la comparamos con las instalaciones comunes por empotramiento simple o atornillado.

Además, el bolardo requiere de un sistema que le permita escamotearse hasta el nivel de suelo. Existen tres tecnologías para poder retractilar el bolardo:

Mecánica

Mediante una cremallera interna y un motor eléctrico con un piñón de ataque. Esta tecnología es la que requiere una menor intervención de instalación y la más económica. Tiene el inconveniente que es la menos fiable y más delicada en casos de alta intensidad de uso.

Neumática

Mediante pistón neumático y compresor de aire. Este tipo de instalación es
mucho más robusta y fiable que la mecánica. Es también más costosa y requiere una mayor intervención de instalación que la mecánica.

Hidráulica

Mediante pistón hidráulico y bomba de aceite. Es la más costosa de todas, la que requiere una mayor intervención para su instalación. Sin embargo, es la más fiable, robusta y que ofrece más garantías.

Bolardo fijo vs desmontable o abatible

Una alternativa muy económica al bolardo retráctil es el bolardo desmontable o abatible. Su ámbito es básicamente el particular y su uso poco intensivo. Su sistema requiere apearse del vehículo y de forma manual accionar el sistema que puede ser desmontable o abatible.

La seguridad generalmente se garantiza mediante un candado o una cerradura simple.

Es un sistema muy típico en las plazas a aparcamiento privadas de acceso inmediato desde la calle. Los típicos apartamentos costeros están repletos de distintos modelos y sistemas.

Bolardo y accidentes de motos

Hasta ahora hemos apreciado todas las ventajas del bolardo como mobiliario urbano. Y lo cierto es que sus ventajas son múltiples y tiene muy pocos detractores.

Sin embargo, el colectivo motociclista considera a los bolardos como un elemento que en caso de accidente, puede resultar fatídico.

Ciertamente, una caída en moto es por si misma traumática y puede acarrear múltiples lesiones.

Sin embargo, esta estudiado y verificado que el mayor peligro al que se enfrenta un motorista en caso de caída no es por la caída en si misma sino por las posibilidades de impactar contra un elemento rígido.

Los bolardos, junto con cualquier otro mobiliario urbano, son unos obstáculos fatídicos en caso de colisionar con ellos.

El discurso se basa en el argumento que si bien la mayoría de elementos de mobiliario urbano son imprescindibles como las papeleras, señalética, marquesinas, bancos, etc. los bolardos no.

Las pilonas responden al incivismo y si todos los conductores fueran cívicos, no serían necesarios.

Según el discurso de las asociaciones de motoristas, nos encontramos con la paradoja que, por culpa de unos incívicos, un motorista puede resultar herido.

Para minimizar las consecuencias ante el impacto de un bolardo, una tendencia cada vez más común es la de instalar bolardos flexibles como los que hemos detallado en el anterior apartado.

Desde Yter estamos a tu disposición para colaborar contigo ante la decisión de qué bolardo escoger para tu proyecto. No dudes en considerar nuestra ayuda como un valor para tu empresa.